El día de hoy acudimos a una conferencia intitulada “Del Neopragmatismo a la Estructuración Adaptativa Ampliada: Nuevas Teorías para Integrar la Ecología en el Ordenamiento Ecológico”, impartida por el Dr. Luis Bojórquez, investigador de la Universidad de California en el Aula Magna del recientemente creado CIGA (Centro de Investigaciones en Geografía Aplicada).
En el pequeño auditorio -con gente sentada en los pasillos y un enlace de videoconferencia con el Colegio de la Frontera Sur en San Cristóbal de las Casas- el Dr. Bojórquez inició su exposición con un par de advertencias, la primera citando a Jorge Luis Borges sobre la historia de unos cartógrafos legendarios que en su afán de describir el territorio elaboraron un mapa del tamaño del imperio que, pese a su grandeza, cayó en el abandono por ser inútil y la segunda respecto a que nuestra descripción de la realidad corresponde a nuestras percepciones, una idea que compartimos en este grupo de trabajo y que tiene un peso fundamental en las investigaciones que aquí se desarrollan.
A decir del investigador avencindado en los Estados Unidos, el ordenamiento ecológico es un instrumento político ambiental que se genera a partir de un proceso interdisciplinario y participativo que compatibiliza agendas múltiples de gobierno y que tiene su fundamento jurídico en el Artículo 3º de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente.
En este proceso interviene la ecología, principalmente a escala del paisaje (concepto que a mi aun no me queda claro), en la búsqueda de la integración entre la investigación básica y aplicada para la resolución de problemas del mundo real; en este punto, el académico hizo una reflexión sobre los límites del conocimiento científico, la importancia del trabajo de frontera en áreas interdisciplinarias (él las denominó “objetos limítrofes”) y presentó el modelo EAST, Teoría de Estructuración Adaptativa Ampliada, que reconoce tres pasos en el proceso de ordenamiento ecológico: convocatoria, participación y repercusión.
No obstante, la complejidad inherente a los sistemas socioambientales, como el hecho de ser “autorreflexivos”, tener incertidumbres epistémicas o metodológicas y lingüísticas (simplemente como biólogo, a mi me costó mucho trabajo comprender cabalmente al expositor), la reificación o cosificación y las distorsiones geográficas; acentúan la complejidad del proceso de ordenamiento ecológico.
De esta manera, el método científico ortodoxo o tradicional resulta limitado en sus alcances, de forma que se deben buscar alternativas metodólogicas que sin perder el rigor característico y fundamental de la investigación científica, permitan la generación de resultados concretos y aplicables para la toma de decisiones, en este caso, el ordenamiento ecológico.
Esta idea, que el conferencista denominó como “Neopragmatismo científico”, ubicada como el punto central de la argumentación filósofica en que se sustentan sus trabajos de ordenamiento ecológico, no escapó a los cuestionamientos finales de un par de académicos que consideran por un lado que la pretensión de establecer un nuevo paradigma de investigación podría abrir una dicotomía, falsa y excluyente, -como la que tradicionalmente existe entre “básicos” y “aplicados”- ahora entre “ortodoxos” y “pragmáticos”; y por otra parte, argumentan que es un tanto falaz el supuesto de que el proceso “neopragmático” es más acorde a las prácticas democráticas en donde “las decisiones son tomadas por la ciudadanía con base en el criterio de expertos”, ya que a final de cuentas quienes tienen la capacidad de generar la información y el conocimiento –sea básico o aplicado- son los investigadores expertos en el tema.
Finalmente, el Dr. Bojórquez presentó brevemente un par de estudios de caso donde ha aplicado algunos de estos principios para el ordenamiento ecológico, el primero sobre los impactos acumulativos en la Cuenca del Alto Lerma y el segundo sobre las redes de interacción entre los actores sociales de la isla Cozumel en el Caribe Mexicano. Los resultados finales de estos trabajos consisten en diversas opciones o alternativas que son propuestas a los tomadores de decisiones (funcionarios y otros actores sociales) para que elijan aquella que resulte más adecuada a sus objetivos, lo cual suena interesante, pero también inquietante, pues no debemos dejar de tomar en cuenta que un ordenamiento ecológico es antes que un trabajo de investigación científica, un instrumento de política ambiental.
Seguramente la provocativa disertación de Luis Bojórquez dividió opiniones entre la comunidad académica, que ante la crisis ambiental que vivimos se debate entre la necesidad de aterrizar el conocimiento en proyectos con resultados efectivos y concretos sin perder la rigurosidad metodológica que debe tener todo trabajo de investigación; como lo resumió el profesor de la Universidad de California: “se trata de producir resultados que signifiquen algo para los actores sociales implicados”.
Supongo que en el CIEco tenemos algo que decir al respecto…
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